"Creo que creo en lo que creo que no creo. Y creo que no creo en lo que creo que creo" Vicente Huidobro

miércoles, 25 de julio de 2012

Ejercicio literario (1)

Me encontré por una web un ejercicio literario, así que les comparto el resultado. Espero que guste.

  *Escribe una historia que involucre las siguientes palabras: Invasion, dominio, catapulta, esperanza, inquietud. Tiene que tener menos de 15 renglones y los protagonistas deben ser vos y un amigo.

La tarde de la invasión no parecía tal. Habíamos pasado un día alegre y divertido, bajo el cielo azul. Ninguna inquietud filosófica agobió nuestra mañana, más bien estuvimos tranquilos, madrugamos, no dijimos una palabra en todo el día.
Todo pasó demasiado rápido. Llegaron, sacaron sus armas, y consiguieron el dominio sobre nuestra especie. Mateo era uno de los pocos que no perdió la esperanza. Se rebeló. Lo mataron.
Esto me generó una profunda tristeza, pero más aún una gran inquietud hacia estas decisiones de nuestro nuevo rey. No comprendía por qué la pena de muerte era prácticada de ese modo. Lanzaban al acusado con una catapulta, y entonces algún par de novatos le disparaban con arco y flecha.
Nunca respondieron a mi duda, porque al plantearla me lanzaron a mí también.

domingo, 22 de julio de 2012

Divagando

Suelo ver cosas dónde no las hay. Cosas... incomprensibles, impensables, irracionales.
Puede que sea paranoia porque, ¿Cómo si no, pensar que alguien no responde a tus mensajes porque le caíste mal, aún cuando cinco minutos atrás conversaban de la manera mas llevadera posible? No, no es que se le haya acabado el crédito, o se le haya cortado Internet... es que no te quiere. Por supuesto que es eso. O quizás dijiste una palabra, una frase, que no le gustó o le resultó ofensiva. ¿Cuándo le hiciste aquella broma sobre su madre, quizás? ¿O cuando, entre risas, lanzaste improperios? Tal vez hablaba con vos por simple respeto, y se cansó. No hay posibilidad de que haya surgido algo y se haya tenido que apresurar, no hay posibilidad de que haya entrado su jefe a su oficina, no hay manera de que te haya dejado de hablar si no es porque no le agradás.
Debería haber algo que te avisara por qué no te responde, quizás un mensajito que dijera: "El potro con que estabas hablando tuvo que ir a acabar su trabajo antes de que lo despidieran", e, incluso, debería agregar: "No se quería perder la oportunidad de hablar vos, pero está al límite con su empleo y tuvo que dejarte un rato. En seguida volverá, y te avisará". No es algo tan difícil, ¿No? Solamente quiero que la gente avise antes de irse, para que mi mente no especule cosas sin sentido.
Pero no solo soy paranoica, sino que tengo una gran imaginación... y con esto no me estoy alabando, con esto estoy diciendo que debería tener un límite. No es justo estar en el colectivo, mirar hacia la calle, y en cuanto veo una alcantarilla esperar a que la pise una persona e imaginar que un hoyo negro se la traga, llevándosela hacia quién sabe dónde. E incluso, imaginar que esa persona soy yo, y entonces sentir realmente cómo el agujero me absorbe.
O cruzar la calle, e imaginar que las rectas blancas de la senda peatonal se levantan en todo su esplendor y me rodean, formando una cárcel cilíndrica, por no haber aguardado al semáforo. Seguir caminando, y  cuando se acerca un auto al borde de la vereda imaginar que me choca, me mata y automáticamente la situación de mis familiares y amigos, sacudir la cabeza porque no quiero imaginar eso y seguir viéndolo, sacudirla más y de pronto preguntarme ¿A dónde iría a parar? Y pensar en infinidad de lugares, el cielo, el infierno, la nada misma, el espacio, quizás mi alma quede vagando por la tierra, condenada eternamente, quizás se meta en el cuerpo de un niño, un perro, un gato, de alguien que está por nacer, y cuando nazca sea yo de nuevo, pero con una nueva mente y realidad.
Cruzarme a una mujer con expresión seria e imaginar que viene por mí, entonces ponerme nerviosa mientras la paso de largo, y pensar en que me reconoció, que en cualquier momento dará la vuelta, me agarrará de sorpresa por la espalda y me sugiera quedarme quieta, tranquila, entonces me meta a un edificio y en una habitación aislada me empiece a hacer preguntas de todo tipo, empezando por mi nombre y apellido, y acabando con un "Sé que fuiste vos la que lo mató, confesá".
Caminar por la peatonal y ver a la chica gótica que se mantiene quieta, imaginar que alza sus alas negras y emprende vuelo junto a los pájaros que recorren el cielo en bandadas. Pájaros que podrían ser murciélagos, murciélagos que están esperando la señal para atacar. Seguir caminando y ver al hombre disfrazado de vampiro y, ¿Será realmente un vampiro? Quizás cuando la gente se acerca a darle una moneda él hace esa reverencia antigua, clásica, les toma la mano y fingiendo dar un beso en su muñeca las muerde, toma ese pequeño apreritivo de sangre, y las deja con la sensación de que solo les ha dado un beso, o de que dejaron la moneda y nada más ocurrió. ¿Y existirán los vampiros? La sociedad actual dice que no pero, ¿Cómo saberlo? Podría ser cualquiera de acá, como ese cuadro que imaginé de Van Gogh, una versión alternativa de su terraza del café por la noche, donde hubiera cientos de personas cruzando esa terraza y otras cuantas cenando, y entre ellas algunos cuantos monstruos, que parecían seres humanos pero si les prestabas atención eran en realidad bestias, desde el más torpe troll hasta la más poderosa bruja, o esos seres de piel verde, o esos animales peludos que parecían osos, lobos, tigres, pero no eran ni siquiera eso. Ese cuadro que él habría hecho hacia el final de su vida, que su hermana Anna habría escondido para luego entregarlo llena de dolor a una hechicera amiga, quién sería amiga y captora de la protagonista de una de mis historias sin terminar...
Entonces llego a mi casa, enciendo la computadora portátil... ¿Y si la cámara estuviera encendida, y a partir de ahora alguien estuviera vigilando todos mis movimientos? ¿Y si por encenderla fuera a explotar, como en aquella película cuyo nombre no recuerdo? Entro al Facebook y mi vida e imaginación se pudren por unas cuantas horas, volviéndose verdes, pegajosas, con un olor a rosa nauseabunda que impide a cualquier viajero acercarse y utilizarlas.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Por esas pequeñas distracciones...

La vida se puede transformar en algo mágico, ¿Saben? Ese camino rutinario, y aburrido, puede tornarse toda una aventura, algo totalmente nuevo qué descubrir. Todo está en esas pequeñas cosas, esos minúsculos gestos, olores y sabores, esas miradas taciturnas, ese humo extraño en las calles... cuando una quiere, todo puede ser especial.
Al comienzo del viaje, probablemente no prestemos atención. Estaremos ocupados hablando con nuestra acompañante, o vigilando al hermano menor, quizás resguardando la cartera de cualquier posible robo. Pero cuando se hace el silencio, y se empieza a caminar con tranquilidad, se pueden ver las cosas de un modo único, particular, como en cámara lenta, algo que es cosa de todos los días se vuelve importante de un momento a otro.
Ese gato a lo lejos, en el tejado, que te mira sin mirar a través de sus ojos oscuros, esos que no podés dejar de ver, al tiempo que observás su pelaje blanco, y su paso sigiloso por sobre el techo de la casa, como si esperara que nadie lo descubriera a pesar de que tú lo estás mirando. Y, cuando el árbol más próximo al hogar lo aparta de tu vista, de pronto sientes un aroma hermoso, y respirás profundamente para sentir esa preciosa sensación, ese aire húmedo, la brisa que anticipa la tormenta, y de pronto mirás el cielo, esas nubes grises, asombrosas nubes grises, que se amontonan en el fondo, hasta casi volverse negras. Y después mirás las baldosas. Estarán rotas, sí, pero ¿Qué historias esconderán? ¿Qué cuentos, que nunca serán contados? Quizás, aquí, en este mismo sitio, alguna vez alguien recibió su primer beso. O su primer flechazo, más importante aún. ¿Y qué habría ocurrido antes de que ese pedazo de cemento existiera? Sin duda, tierra. ¿Pasto también? ¿Y es que, no podía haber pasado por allí un conejo, con todo su esplendor, un pequeño mamífero corriendo sin cesar, apurado tal conejo blanco en el País de las Maravillas? 
Estos pensamientos, sin duda, no durarán más que unos pocos segundos, porque esas flores a tu izquierda, esa Santa Rita que asoma por las rejas de la casa más cercana, cuyos pétalos violáceos y pálidos se asemejan tanto a pedazos de papel... papel artesanal, quizás. Y ese aroma delicioso que desprenden, ese aroma único e incomprensible... Ah, pero la caminata es rápida, y solo queda un vestigio de recuerdo de aquella flor, pues aunque todo lo veas en cámara lenta, en realidad pasa a tu lado con rápidez, y solo queda doblar a la izquierda, cruzarte con las verdes hojas de un álamo negro, ¿Será uno realmente? Pues si no lo es se le parece. Y el humo de tabaco, del fumador que tienes al lado, ese humo que torna el aire en una materia imposible de respirar, para tí no existe, porque te has quedado viendo un par de ojos redondos. Redondos y verdes, de un verde esmeralda que jamás habías imaginado, y dentro de ellos un azul profundo y oscuro, pero no tan oscuro como el pelaje del pequeño gato negro. Y te acercas cautelosa, sin poder apartar la vista de esa mirada seria y curiosa, esa mirada de la que no puedes escapar porque muestra tanta sabiduría, tanto amor y, quizás, sufrimiento, esa mirada sabia que solo puedes entender al ver a estos felinos, esa que te recuerda lo que aprendiste sobre la caza de brujas. Muchas mujeres murieron pero, ¿Y los gatos? ¿Alguien contó a los gatos? Y los negros eran los peores... pero eso no importa. Se siguen mirando, y te vas agachando a medida que te acercas... y alguien lo espanta. Ha ido a la casa de un vecino y no podrás intercambiar miradas, no podrás acariciarlo y preguntarle qué es lo que le inquieta, así que ya está, sigues de largo. 
De pronto te vuelves a sentir liberada, y sientes ese olor a metal oxidado, sumergido en agua, algo típico de tormenta, o de cuando una se avecina, que te ataca según tu humor, pero como hoy estás bien, ese aroma es simplemente perfecto. Dan ganas de que la tormenta empiece en el instante, pero no lo hará.
Y en el paredón de una casa, uno que apenas supera tu altura, se encuentran dos gatos, uno oscuro y otro claro, con manchas en su pelaje, dos felinos corteses que no dejan de mirarte fijamente, con más interés que tú a ellos, como si te estuvieran juzgando, de algún modo, pero no incomoda, pues son amables y solo observan en silencio, con un aire superior pero bondadoso, y te preguntás si te los cruzarás de nuevo, quizás, en una ocasión en que puedas detenerte y oír su veredicto.
Entonces, respirás profundo, sonriéndoles antes de seguir, y antes de sentir ningún nuevo aroma ni nada, te lanzas a la calle vacía mientras sientes que el cielo se ha nublado, que está gris ahora, pero alegre, más alegre y placentero que nunca. Una picazón en la muñeca. Sabés que no es nada. Seguís caminando, sin poder prestar atención a otra cosa... ¿Y si es un insecto? Entonces alzás el brazo y no hay nada. Seguís, pero la picazón persiste. ¿Para qué aguantarse? Una mano sobre la otra, y problema solucionado. Ahora sí. Pero la picazón se trasladó a tu cuello, y se vuelve insoportable. Entonces deseás que comience a llover, porque cuando el agua caiga no te preocuparás por nada... pero no lo hace. Entonces sientes el aire de nuevo y todo acaba. Has llegado.
Y no puedes prestar atención a las cosas bonitas, porque ahora vas a estar ocupada, hay que hacer cosas, hay que hacer cosas... Mirá, ¿No es el gato negro que se te había escapado?

viernes, 18 de noviembre de 2011

Empezando a informarme

Bueno, pensaba de hablar de una experiencia que me ocurrió cuando iniciaba con esto del vegetarianismo... varias experiencias.

Resulta, que quería convencerme de dejar de consumir carnes, huevos, leche... ya me había empezado a informar, descargado música para animarme, leído tantas cosas sobre nutrición y tantas otras sobre experiencias y preguntas que la gente suele hacer (lo admito: esto es lo que más investigué xD Culpable de ser chismosa). Bueno, esas preguntas, algunas con algo de fundamento, otras puros mitos, etc., otras simples burlas o incluso bromas... Y esas frases que nunca en mi vida voy a olvidar... no fueron muchas, pero a medida que ocurran voy a ir actualizando :P

- La primera fue mi mamá, cuando no quise comer un sándwich de jamón y queso: "Mirá que el vegetarianismo no es una secta ni nada, podés comer jamón si querés" (admito que su intención fue buena, siempre me encantaron los sándwiches de jamón y queso y lo sabe bien... lo que no entendía es que era algo más moral, pero el caso es que me quedó este tema de la secta);

- "No vives de ensalada": Este fue, sin duda, el que más gracia me dio. En mi cumpleaños, mi hermanito menor empezó a cantarla especialmente para mí y me armaron una coreografía y toda la cosa... Fue la mejor frase, y todavía lo escucho cantar cuando lo recuerdo xD


Simplemente genial;
- "¿Y qué, la lechuga no siente?": Mi madrina. También lo dijo de buena onda, nos reímos las dos apenas lo dijo (justo ella hacía una ensalada), más que eso no hablamos sobre el tema, sabe que es una decisión mía y lo respeta (por suerte, toda mi familia);

- "Mmm... qué rica carne, ¿Querés?", "Hoy sabés que me encontré un conejo, no sabés lo rico que estaba...", "Tomá, ¿Querés un poco de pollo? Ah, cierto que sos vegetariana", y variadas: no hay mucho que decir... nunca dicho con maldad, pero esos comentarios (sobre todo de cierto primo) hechos SOLO para molestar... la primera vez que lo hizo lo ignoré, ahora le intento seguir la joda y no me sale jajaja;

- "Tus comidas son raras, y se ven horribles": La sinceridad de los chicos. Del productor de "No vives de ensalada" llega a los cines: "Los vegetarianos son raros" :D . Probó mis comidas en la época de prueba, pobre... pero le hice probar a mis primitos unas albóndigas vegetarianas, las miraron con asco, las comieron, y ¡Les encantó! Así que me da igual lo raro que parezca;
- "Las plantas también sienten": Profesora de BIOLOGÍA. Sí, de biología dije. Pero esa fue su primera parte, después siguió: ", un conocido cuando blablablabla me contó y yo hice la prueba, es verdad. Cuando rompés la rama de un árbol, hace un ruidito de que se quiebra, como un (no me sale el ruidito que hizo), eso es que le duele". Como me miraba a los ojos, dejé que se me enrojeciera la cara en lugar de reírme frente a ella... fue difícil, porque... bueno, es que me enteré de que el papel es un árbol que sigue vivo, porque cuando lo cortás hace ruido... y que nuestras casas están vivas, cuando se destruye un edificio duele mucho la demolición, hace mucho estruendo... eso es que está gritando el edificio, a su manera.  Quizás a alguien le parezca cruel la forma en que lo digo, pero una persona que enseña biología no me puede decir que el árbol siente porque su rama hace ruido... si me hubiera dicho: "Hay estudios que tratan de demostrarlo, sometieron a una planta a tratos distintos, de día maltrataban, la quemaban, le tiraban ácido y le cortaban las hojas con una tijera, siempre con un mismo tema de hard rock; y de noche la cuidaban, la regaban, y sanaban, reproduciendo música clásica. Luego de un tiempo, los estudios demostraron que cuando la planta sentía el roce de la tijera se contraía, y cuando no era así se relajaba, estaba más tranquila",  le hubiera dado cabida, porque hay estudios de este tipo... (sigo pensando que es un acto reflejo, pero da igual), pero que me diga que es porque hace ruido... en fin, lo extendí mucho.

- "Comepasto": Mi queridísimo compañero de clase. Observénse variantes como "Comehierbas" o "comelechuga". No hay mucho que decir.

- "Comé carne": Facebook, aula, recreos... alrededor de una semana riéndome con esto. Otro amoroso compañero con ganas de joder (y sin imaginación :D) que ojalá lea esto y se identifique.



Por ahora son los que recuerdo, si hay más seguro los agrego.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Había una vez... [Microrrelato]

Al final, había comprendido lo que era una vida. Había entendido lo que significaba. La había observado, quizás miedosa. La había sentido, en lo más profundo de su ser. La había odiado, con todas sus fuerzas. Había llorado, de tanta rabia que le tenía. Había intentado acabar con ella. Había sufrido. A punto ya de perderla, se había sonreído a sí misma. Pero, al verla morir, se sintió impotente, y supo que quedaría marcada de por vida.

sábado, 5 de noviembre de 2011

¿Y mi hermana?

¿De qué iba a hablar hoy? De mi hermana.
Me gusta llamarla hermana, pero lo cierto es que no hay nada más lejano a la realidad. No me refiero a una amiga, no me refiero a una persona que conocí hace poco, que vive conmigo o que me conoce mucho... Me refiero a mi ex-hermanastra. Y es que odio el término "hermanastra" porque los cuentos infantiles me han inculcado su maldad (maldad que no existe, suerte para mí), y me suena tremendamente mal. Y el "ex" no hay porqué explicarlo. Es algo que se sobreentiende, algo que ya pasó, que ya no está, que ya no es.
Es que, en realidad, hace demasiado tiempo que no tengo comunicación con ella. De casi 16 años, al menos siete hacen que no la veo más. Y ahora tengo nostalgia. Nostalgia, porque esa chica fue como mi hermana mayor, pero mi hermana real. Me acompañaba al ver películas, jugábamos juntas, hasta una vez compró un "atrapa-sueños" especialmente para mí, porque cuando me quedaba a dormir en su casa tenía pesadillas (pesadillas recurrentes, véase, otro capítulo de mi vida), y cuando estaba allí siempre era con ella... No sé, una a los cinco, seis años tiene alguna figura, algún ídolo o una heroína, supongo que esa era M. Y ahora, en plena adolescencia, vuelven los ídolos... y vuelve ella. Todavía no la volví a ver, todavía no volví a hablar con ella... pero un malentendido me hizo recordarla más que nunca, y pensar: ¿Qué pasó entre nosotras? Yo no recuerdo mucho de mi infancia, pero recuerdo que con ella era feliz, eso sí que lo recuerdo. Es que ella, en realidad, es la hija de una ex novia de mi padre, pero de cuándo él se había separado "de verdad" de mi mamá. Claro que luego se juntaron y actualmente está próximo el divorcio, pero eso no tiene nada que ver.
En fin, que me agarró esa nostalgia por esa etapa de mi infancia, y hasta estuve buscándola en Facebook. Para mi fortuna, una tía me comentó que la hermana la tenía agregada (tienen casi la misma edad, veintitantos, y se llevaban bastante bien) y entré a su perfil y la busqué. Mi problema al inicio era que no conocía ni su apellido, ni su segundo nombre ni... nada. Ayer me aceptó, y ahora estoy ansiosa cada vez que entro a Internet por ver si está conectada.
Tengo dependencias extrañas. Dependo de una persona que fue mucho para mí en mi infancia pero que ahora... ni siquiera la conozco para persona. Debo de estar loca. Entré a su muro y miré las últimas publicaciones, escuché los vídeos musicales que había colgado, la mayoría me gustaron. Después entré a mirar las fotos de modelos con distintos colores de cabello (ella es colorista), así como mezclados, desde una con el pelo claro y que de a poco se volvía más y más violeta hacia las puntas, hasta cabellos completamente fucsias y trenzas y peinados... bueno, para no irme del tema. En el primero de los vídeos que vi ya me emocioné (y para que yo me emocione...), y me puse re nerviosa y empecé a buscar en su información. ¿Y qué decía?: "Acerca de mí: Veggie". Creo que si viviera sola hubiera gritado, o cantado, o roto algo, tan solo de la emoción. La sentí como mi ídola, una de las personas que más estuvo conmigo en una parte realmente importante de mi infancia, además tenía mis mismos ideales, era como un ejemplo a seguir. Esto me hace acordar a un texto de 'Salud y adolescencia', donde habla de que el adolescente busca una figura a seguir, y todo eso... quizás ya era mi hora.
Por otro lado, me hace sentir triste. Tengo ganas de hablar con ella, de ver que es de su vida -y por supuesto que ella se entere de la mía -, de hablar sobre vegetarianismo. Es que es la segunda persona del grupo de familia y amigos (y la incluyo en el grupo familiar porque de hecho lo fue) con la que podría hablar seriamente del vegetarianismo, y la causa animal... la otra persona es una de mis tías, la que la tiene agregada también, que tuvo que dejarlo por cuestiones personales y me siento mal a veces al hablarlo con ella, porque le da miedo intentarlo de nuevo. Menos aún, ahora que está embarazada (no es que no se pueda, aclaro, pero ya tuvo problemas por no tomar suficientes precauciones).
Ya por lo que escribí, me siento una idiota, pero al menos me lo saco de encima, me libro de un peso más que me impedía seguir... Me queda mucho todavía, pero esto viene de hace rato, y recién ahora estalló. Y necesitaba escribirlo. Así que acá estoy. Intentando ser mi propia psicóloga, sin demasiado éxito y sin cobrar. ¡Saludos!

viernes, 4 de noviembre de 2011

Aprendiendo a jugar rol por foro

A ver... ¿Qué me pasó hoy? Bueno, no muchas cosas interesantes si alguien observa lo que hice... dibujos sin terminar, escritos que no me salen, poca inspiración y ver un documental que no puedo terminar porque se traba Internet. Nada de limpieza. Todo el día en la computadora, casi. Salir un par de horas con una amiga, distraerme en una tienda de animé con ella, quedarme hablando con los dueños del local. Volver y retornar al vicio que resulta ser "La Red". Cosas normales, que pueden pasar a cualquiera, que no tienen nada de extraño. Usar la computadora y, sin embargo, no tener nada que hacer en ella. Vagabundear a más no poder, comunicarse por este medio con alguna persona y esperar que responda de inmediato. Tratar de jugar rol por foro y que no me salga.
Rol por foro... empecé hace unos días, intentando que volviera mi inspiración... es como narrar una historia, pero solo desde el punto de vista del personaje que hayas creado (tengo que admitir, que hasta que logré crear el personaje y entender apenas la dinámica del juego, no solo pasaron unos cuantos días sino que estaba completamente pendiente de ello), y narrando solo las acciones de ese personaje. Es decir, puedes comenzar un tema diciendo: "Martina se sentía cansada. Caminó sin ganas un par de cuadras, mirando sin verdadero interés las vidrieras, hasta que llegó a una tienda de música. No quería entrar, porque sabía que intentaría comprar algo y no era la idea, pero se quedó observando los instrumentos, maravillada. Una brisa fría la obligó a colocarse correctamente su bufanda y a ajustar el cuello de su saco negro. Sus cabellos rubios revoloteaban con el viento, pero no le importaba. Miraba el bajo negro que estaba frente a ella, tras el vidrio, casi asombrada. Hacía mucho que no tocaba un bajo. Literalmente"; y entonces se publica eso, hipotéticamente. Si escribiera uno mismo la historia, haría que se cruzara con otro personaje e interactuaran... (suponiendo que sea un relato con más de un personaje), pero en un rol por foro no. En un rol, directamente, no se hace eso. Supongamos que al rato alguien responde, hablando desde la perspectiva de su propio personaje, por supuesto. Entonces: "Daniel dejó a la pequeña en la guardería y comenzó a caminar. Debía ir al trabajo, pero aún tenía media hora para vagar por las calles. Cruzó, esquivando los autos que iban lentos por culpa del tráfico, y caminó media cuadra hasta llegar a la tienda de música. Le encantaba pasearse por ahí. Soñaba con comprarse una batería, pero aún no tenía dinero suficiente. Debía utilizar su dinero para otro tipo de cosas, por ahora. Pero iba ahorrando lentamente un pequeño fondo especialmente para su regalo personal. Estaba por entrar, cuando observó a una mujer que miraba fijamente uno de los instrumentos. No pudo estar seguro de cuál, había dos frente a ella, un fodera negro, y un fender color rojo. Daba igual, el hecho era que la rubia parecía estar realmente entretenida observando la vidriera, como si fueran cosas que anhelara y que no creía poder conseguir. O tal vez eso era solo lo que le ocurría a él. - ¿Puedo ayudarte en algo? -preguntó, observando su rostro reflejado en el cristal". Y así seguiría, quién interprete a Martina se dará vuelta o no, responderá o se irá de la escena, o simplemente lo ignorará. Luego el personaje de Daniel actuará en consecuencia.
Bien, esto era lo que me atraía de los foros, una puede describir cualquier escena que se le ocurra, y no hay razón para frustrarse demasiado porque no se le ocurre nada, porque solo actúa según lo que la otra persona haya narrado, y entonces ayuda con eso. Además, por la forma de narrar.  Cuanto más se lee y escribe mejor una se expresa. ¿Y qué si es por Internet? Con un mínimo de conocimiento, y un tiempo interactuando con las mismas personas, una se da cuenta en quién fijarse.
Incluso, es gracioso, pero la red ayuda a conocer formas de hablar en otros países, o provincias, se aprenden cosas nuevas constantemente. Si una gustara de interpretar a un mexicano, un español, incluso un japonés que está aprendiendo español... es mucho más fácil aprenderlo desde la fuente, los modos de comunicarse según la zona, y según con quién...
Claro que, todo esto, tiene su lado negativo. Así como el ver series en inglés me provoca pensar (y casi decir, o escribir) ciertas palabras o frases únicamente en inglés -es molesto que, cada vez que alguien dice "dinero en efectivo" y tengo que escribirlo, me apetezca escribir "cash" y me frustre el no poder/deber hacerlo -; el leer expresiones de otros países muy seguido me induzca a utilizarlas en conversaciones, o al escribir. A veces cuando hablaba con amigas, de pronto decía "¡Joder!", y se reían, o me miraban raro... y claro, es que no soy de España, por mucho que me agrade el país. O cuando escribo, que no me gusta tratar de "vos" a nadie, y me cuesta mucho, sobre todo en los relatos (esto no sé si es por Internet, o si los libros que siempre están traducidos en español de España también han influenciado). En fin, se pierde un poco la cultura, si un mexicano de repente dijera, con sarcasmo y entre risas "No, manzana", yo creo que le mirarían raro.
No sé, otra vez me pasé de un tema a otro y no hablé de lo que realmente quería hablar... será para otro día, supongo que primero van las nimiedades básicas. ¡Saludos!